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El delicioso paso del tiempo en el vino invita a descubrir nuevas sensaciones.
  • ¿Mito o realidad?
  • 10 enero, 2024

El vino, mientras más viejo «mejor se pone»

“Mientras más viejo, mejor”. Una frase que venimos escuchando desde hace mucho tiempo, pero, ¿qué significa dicha afirmación? ¿Es correcta? Siempre hablaremos de vinos blancos y tintos tranquilos.

El vino vive desde su concepción y una vez que se embotella, el tiempo y el oxígeno juegan un papel determinante en su proceso de crecimiento. El punto de cosecha de la uva, las diferentes técnicas de elaboración, su posible estadía en madera, su puesta en botella; son algunos factores que irán desarrollando puntuales características sensoriales de cada vino a través de los años.

A esto le llamamos evolución, que consiste en un cambio o modificación de dichas características sensoriales a través del tiempo. La evolución es sorprendente y cada vino evoluciona de manera impredecible.

En Argentina no estamos tan acostumbrados a ver en góndolas, o a beber botellas de vinos de cosechas antiguas, por ello, nos vemos sorprendidos cuando tenemos delante nuestro, una botella de vino cosecha 1990, 2001 y hasta una 2010.

Luis Mantegini: «En Argentina no estamos tan acostumbrados a ver en góndolas, o a beber botellas de vinos de cosechas antiguas».

Tenemos que saber que no encontraremos una regla o referencia específica para determinar a partir de cuándo un vino es considerado “viejo” debido a que, en distintos países vitivinícolas del mundo, es muy diferente dicha consideración.

Lo que sí debemos entender es que cada botella es un mundo en si mismo, su evolución va transitar distintas etapas sensoriales acorde a la cantidad de años y por supuesto, su lugar y condiciones de guarda.

Disfrutar de las sensaciones frescas en su juventud, de la atractiva expresión aromática, de la armonía, la complejidad gustativa, es entender que el tiempo puede ser un aliado perfecto para permitirnos identificar cada etapa del gratificante ciclo de vida de un vino.

Cada botella es un mundo en si mismo, su evolución va transitar distintas etapas sensoriales acorde a la cantidad de años y condiciones de guarda.

El delicioso paso del tiempo en los vinos nos invita a descubrir sensaciones nuevas que desafían nuestros sentidos, animarse a probar es sin dudas una interesante experiencia que nos hará apreciar y aprender de lo maravilloso de la historia y de la cultura de una época vitivinícola de nuestro país.

En conclusión, el vino, mientras más viejo no es mejor, es distinto, es cambiante, propone un goce diferente, y claro, vas a disfrutarlo de distintas maneras; aunque pueda gustarte o no, siempre va a depender del fascinante mundo de los gustos personales.

Algunos consejos:

♦ Si tenemos una botella de vino, blanco o tinto argentino, de más de 40 años, no decantarlo (al hacerlo, podría perder muchos de sus atributos), descorcharlo con mucho cuidado, si tienes una pinza descorchadora mejor, y finalmente, servir bien despacio para que los posibles sedimentos queden debajo.

♦ Disfrutar de los primeros aromas que expresa en copa y apreciar los cambios sensoriales minuto a minuto, realmente es placentero.

♦  Si deseas guardar una botella para la posteridad, acostarla en un lugar fresco y oscuro, esto permitirá su tranquilo envejecimiento.

♦ Los vinos viejos se disfrutan, no se catan.

«El vino, mientras más viejo no es mejor, es distinto, es cambiante, propone un goce diferente».

A tener en cuenta:

♦ Algunas botellas de cosechas de más de 30 años pueden contener corchos nuevos, ya que es posible la hayan re–encorchado en pos de proteger y cuidar las cualidades del vino.

♦ El vino argentino nos enseña que una botella pensada para la guarda puede disfrutarse también desde el momento cero.

♦ No hace falta tener experiencia, ni estudios, ni cursos de especialización en vinos para poder beber una botella de una cosecha antigua, sólo es cuestión de actitud.

♦ Si deseas conseguir una botella de antigua añada, recomiendo la busques directamente en bodega.

Finalmente, vivir la adrenalina de descorchar historia, tradición, beber cultura y sabores de otros tiempos, es sin dudas, una aventura que sugiero experimentar.

 

*Por Luis Mantegini. Sommelier. Lic. en Turismo. Comunicador. Especial para El Descorche Diario.

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