info@eldescorchediario.com
La Torre Eiffel desde los jardines del Campo de Marte.
  • Crónicas viajeras
  • 29 enero, 2020

Francia: la mágica París y el Palacio de Versalles

París es una ciudad que enamora. Brilla con luz propia y siempre invita a regresar. Cuenta con asombrosos recorridos donde la historia, el arte y la belleza confluyen para hacer del viaje una experiencia inolvidable.

Luego de disfrutar unos días en la Riviera francesa partí hacia París, ubicada a 920 kilómetros al norte. Me di el gusto de viajar en el Tren Bala o TGV. Atraviesa todo el país casi volando a 350 km por hora. Fui al vagón comedor y me relajé viendo pasar la campiña a toda velocidad. Cuando se atraviesa un túnel molestan un poco los oídos debido al cambio en la presión del aire. El confort es total. No vibra ni se tambalea. La puntualidad es otro ítem destacado. Partimos a las 17.26 de Nice-Ville y a las 23.11, tal cual indicaba el boleto, entramos a la Gare de Lyon una de las seis estaciones que tiene la capital gala.

Me alojé en un hostel cercano en la Rue Héctor Malot a pocas cuadras de la Plaza de la Bastilla. Pensaba comenzar con la Torre Eiffel y sus alrededores pero la primavera parisina trajo lluvia y tuve que cambiar el plan. Decidí refugiarme bajo techo y perderme en el fabuloso Museo del Louvre. Siempre hay que tener alternativas cuando se está viajando.

Museo de Louvre

Fui en el Metro de la Línea 1 que tiene una estación que enlaza directo a su hall de entrada. La lluvia ni me tocó. Alcé la vista y estaba justo debajo de la colosal pirámide de vidrio que le da aspecto futurista y fue diseñada por el afamado arquitecto Leoh Ming Pei. Pagué la entrada y guiándome con un plano fui directo hacia el Ala Denon en busca del cuadro más famoso del planeta: La Gioconda de Leonardo Da Vinci.

La pirámide de cristal invertida del Louvre. Aquí finaliza la pelicula “El Código Da Vinci”cuando Tom Hanks descubre que aquí abajo está enterrada María Magdalena.

Después de atravesar varios pasillos llegué a la sala donde se encuentra la pintura. Está protegida por un enorme acrílico y unas sogas impiden acercarse. En esa época no se permitía tomar fotos pero, recordando mi exitosa experiencia con la máscara de Tutankhamón en el Museo Egipcio del Cairo, intenté la foto cuando un guardia salido de la nada me espetó secamente en inglés: ¡No pictures!

Reculé y me dediqué a la apacible observación de esta obra que no atrae por su tamaño, mide solo 77 x 53 centímetros, sino por la enigmática sonrisa de la dama. Se cree que la mujer que inspiró a Da Vinci fue Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo. Fue creada en Florencia entre 1503 y 1506. Lo curioso es que no está pintada en un lienzo sino sobre una tabla. En un momento tomé noción de estar frente a la obra pictórica más difundida y reproducida de la historia.

La sala del Louvre más visitada. Allí luce detrás del vidrio La Gioconda.

En el Ala Sully vi la no menos famosa escultura Venus de Milo, descubierta en esa isla griega en 1820. Data del 150 AC y mide 2,02 metros. Se ubica sola en medio de una sala desde cuyos ventanales vi por primera vez el río Sena. A pocos pasos de allí está la Victoria Alada de Samotracia, del siglo cuatro AC, otra de las esculturas top del museo. Descendí al entresuelo y caminé por los fosos del Louvre medieval. Es imposible recorrerlo todo en un día.

A la salida fui a la pirámide invertida de cristal en cuyo vértice hay otra pirámide de mármol más pequeña bajo la cual, según Dan Brown en su libro El Código Da Vinci, descansan los restos de María Magdalena. Aquí se desarrolla la última escena con Tom Hanks arrodillado mirando desde arriba mientras la cámara desciende hasta la tumba en un fundido que marca el The End.

Salí del Louvre y fui bordeando el río Sena hasta el Puente de Arcole para ir a la Catedral de Notre Dame. Me hice una foto desde sus jardines traseros donde se aprecia la malograda aguja que resultó completamente destruida en el incendio de abril de 2019.

La Catedral de Notre Dame y su célebre cúpula destruida en el incendio de abril de 2019.

Seguí con rumbo al Barrio Latino (Quartier Latin) que alberga la Universidad de La Sorbona. Caminé por la zona pero la lluvia me obligó a guarecerme en un café. Cuando paró, fui hasta el centro de arte Georges Pompidou con su extravagante exterior de cañerías multicolores.

Regresé al hostel caminando por el barrio de Marais. Aquí vivió el escritor Víctor Hugo y aquí murió Jim Morrison, la voz de The Doors, el 3 de julio de 1971. Me senté a descansar en la Plaza de la Bastilla donde se gestó la Revolución Francesa de 1789.

El cementerio Pére Lachaise y las tumbas de los famosos

Al otro día brillaba el sol y fui hasta el cementerio de Pére Lachaise abierto en 1804. En sus 43 hectáreas están enterrados personajes como los escritores Moliére, Balzac, Proust, Apollinaire y Oscar Wilde. Las cantantes Edith Piaff y María Callas. El actor Ives Montand, el pianista Frédéric Chopin y la tumba más visitada: la del mismo Jim Morrison. Costó encontrarla pero llegué. Estaba vallada para evitar que la pisen y rayen con grafitis.

La tumba de Jim Morrison, líder de “The Doors” en el cementerio de Pere Lachaise donde reposan otras personalidades de la música, la cultura y las artes.

La de Oscar Wilde está cubierta con lápiz labial. Mujeres de todo el mundo han dejado su beso marcado en la piedra de su sepulcro que es un ángel alado. El escultor le hizo genitales a la silueta pero en 1900, cuando muere Wilde, era ofensivo y se los quitaron. Hoy sirven como pisapapeles en el despacho del director del cementerio.

El escritor Oscar Wilde descansa bajo este singular monumento. Es la tumba más besada del mundo.

Montmartre

En la fantástica red de metro pagué 1,60 euros en la Línea 2 que me dejó en el barrio de Montmartre con sus callejuelas llenas de pintores. Caminé por el Boulevard Clichy que es el eje de la noche parisina con discotecas, cabarets y night clubs. Aquí se encuentra el célebre Moulin Rouge donde una cena con show de Can-Can cuesta 175 euros por cabeza. En lo más alto de Montmartre se erige la Basílica de Sacré Coeur desde donde se domina todo París.

El Moulin Rouge es un ícono de la noche parisina.

Desde allí vi por primera vez la Torre Eiffel sobresaliendo en medio de la ciudad. En su interior cantaba un coro de niños y me senté a descansar y escucharlo rodeado del misticismo del sacro edificio, terminado en 1919.

Versalles: lujo y majestuosidad

Tomé un tren a Versalles y fui en busca del imponente palacio que fue sede de la corte en tiempos de Luis XIV, el Rey Sol (1638-1715). No pude visitar el Salón de los Espejos porque estaba en restauración. Quedé deslumbrado con los jardines diseñados por André Le Notre. Tienen fuentes, laberintos, invernadero, salón de baile y lo más descabellado: el Grand Canal.

Un enorme lago con forma de cruz donde Luis XIV y sus amigotes jugaban  batallas navales mientras el pueblo languidecía. En la parte más alejada están el Petit y Grand Trianón, los aposentos privados de María Antonieta, esposa de Luis XVI, quien fue decapitada en la Place de la Concorde en París.

Los deslumbrantes Jardines de Versalles y el Grand Canal. Aquí reinaron los Luises hasta que fueron derrocados y María Antonieta ahorcada en la Revolución de 1789.

En esta plaza inicié el recorrido el quinto día. En el centro instalaron el obelisco hermano del que está en el Templo de Luxor y ante el que también me hice foto. Desde allí se ve toda Champs Elysées y el Arco del Triunfo al fondo. Otra caminata hasta Place de la Vendome donde el Hotel Ritz fue testigo de los últimos minutos de vida de Diana de Gales. Caminé junto al Sena hasta el Túnel del Alma donde se estrelló el Mercedes de la Princesa. Está tal como lo vimos en los noticiarios con los postes de concreto en el centro donde fue el impacto mortal.

Sin perder un minuto fui al monumento-emblema de Francia: la Torre Eiffel. Desde abajo se ve enorme con las cuatro patas que se unen al centro. Parece un monstruo de metal que te quiere aplastar. Se accede a la cima, a 300 metros de altura, a pie o en ascensor. La vista es incomparable. Mandé una postal a San Rafael desde el correo del primer nivel y llegó a los 15 días. De noche la iluminan con luces intermitentes y se ve maravillosa.

Para el último día hice una larga caminata desde La Defense, la zona de oficinas, hasta el Arco del Triunfo. De ahí bajé por la bella y aristocrática Champs Elysées con sus tiendas de lujo y restaurantes. Me desvié hasta el Palacio del Elíseo, residencia del Presidente, pero guardias armados impiden pisar la vereda y hay que mirarlo desde enfrente.

Vista del Palacio desde una de sus fuentes.

Me fui despidiendo de la Ciudad Luz y en el aeropuerto Charles de Gaulle vi un Concorde de Air France colocado en un pedestal. Un recuerdo del que fuera el único avión supersónico de pasajeros de la era de la aviación. Fue retirado en 2003 después de estrellarse en este mismo lugar. Habrá que regresar porque en París siempre queda algo por descubrir.


INFO PARA VIAJEROS

-Hostel en París: desde 25 dólares

-Billete sencillo de metro: 2,5 dólares

Museo del Louvre:

– Entrada general 20 dólares (cierra los martes)

– Audioguía en castellano: 7 dólares

– Tour guiado de una hora y media: 20 dólares por persona

Catedral de Notre Dame: la visita a la nave es gratuita. Para subir a sus torres se paga 10 dólares

Cementerio Pere Lachaise: Gratuito. Se accede por las líneas 2 y 3 de Metro.

-Plano del cementerio: www.api-site.paris.fr

-Tren de París a Versalles ida y vuelta: 12 dólares

-Entrada al palacio: 24 dólares incluido el Trianon (cierra los lunes)

-Los jardines son gratuitos. Se pueden visitar sin ingresar al palacio

Torre Eiffel:

– Subida por escaleras al segundo nivel: 9 dólares

– En ascensor al segundo nivel: 14 dólares

-Ascensor al tercer nivel: 20 dólares

 

*Por Federico Chaine. Periodista especializado en viajes y turismo. Especial para El Descorche Diario.

Contacto: fedechaine@hotmail.com