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En la Alfombra Roja del Teatro Victoria Eugenia.
  • Crónicas viajeras
  • 24 septiembre, 2019

La señorial San Sebastián y su festival de cine

La joya del País Vasco, cada año, recibe a famosos perosnajes y a una muchedumbre de seguidores fanáticos del “séptimo arte”. Dueña de una belleza natural y de una arquitectura lujosa, esta ciudad se ilumina y brilla en todo su esplendor.

El aclamado Festival Internacional de Cine de San Sebastián (Donostia Zinemaldia, en vasco) se celebra anualmente en esta preciosa ciudad de la costa del mar Cantábrico. Concurrí a la edición número 64. Tomé un bus en Bilbao y a las dos horas arribaba a esta joya del País Vasco.

Era el día inaugural del Festival. Las más célebres estrellas del cine europeo y hollywoodense se dan cita aquí. La correcta organización permite al público estar muy cerca de sus ídolos para obtener un autógrafo o hacerse una selfie.

El diario oficial informa en cada jornada la hora y el lugar donde arriban los artistas para poder verlos personalmente. Ese día la visita destacada era el actor Ethan Hawke quien sobre las 13 horas llegaría al hotel María Cristina que se ubica a solo unos metros del teatro Victoria Eugenia, sede principal del evento. Era temprano por la mañana y comencé a recorrer la ciudad calculando estar a tiempo para regresar al mediodía y ver al nominado al Oscar.

La playa más bonita

Si hablamos de San Sebastián hablamos de la playa La Concha considerada una de las más bellas de Europa. Tiene forma de medialuna y su costanera está orlada por lujosas mansiones y hasta un palacio. La barandilla blanca que bordea el paseo es la foto clásica de quienes visitan Donostia. Justo frente a la playa se aprecia la isla Santa Clara que con sus yates anclados y su verde fronda aporta una visión soñada. El complemento ideal para este marco idílico son los dos montes que cierran la bahía. Sobre el Este el Urgull y hacia el Oeste el Igüeldo.

La clásica baranda blanca de la playa La Concha, una de las más bellas de Europa.

Los montes y una visión excepcional

Subí primero al Urgull. Para llegar a su base y comenzar a trepar, no sin cierto esfuerzo, hay que atravesar el casco antiguo con sus construcciones de piedra e infinidad de bares. Dicen que es la mayor concentración de bares de Europa, algo que también me dijeron en Edimburgo. El edificio del Ayuntamiento es de bella arquitectura estilo Art Decó y fue un renombrado casino durante la Belle Epoque cuando la realeza de todo el continente disfrutaba los veranos aquí. Esto le dio fama y prestigio a San Sebastián que aún en la actualidad continúa siendo un destino de playa bastante caro y exclusivo.

La omnipresente lluvia vasca me azotó repentinamente justo cuando llegaba a la cima donde se emplaza el Castillo de la Mota. Me refugié en su interior a esperar que cesara el chaparrón. Las vistas desde allí arriba son conmovedoras. El mar, la playa, la ciudad y las lejanas colinas en tonos esmeralda lucen estupendos en su conjunto.

Este puerto se halla estratégicamente ubicado por lo que era muy codiciado por las potencias europeas. En las faldas del monte se celebraron diversas batallas por su posesión. La más importante fue en 1813  donde una coalición de españoles y británicos lucharon contra las tropas de Napoleón a quienes finalmente expulsaron del lugar. En una de las laderas se visita el llamado Cementerio de los Ingleses donde descansan los restos de los soldados abatidos en esta contienda. El Castillo es hoy una casa-museo con la historia de la ciudad.

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Bajé con mucho cuidado de no resbalarme con el musgo húmedo que cubre los viejos escalones de piedra. A pesar de ello en un momento pisé mal y me fui al suelo pero sin consecuencias. Llegué al nivel del mar donde me descalcé y caminé por la arena de La Concha.

Fui admirando el hotel Londres, los edificios residenciales, las mansiones y el Palacio Miramar de estilo inglés. A finales del siglo XIX la Reina Regente María Cristina lo estableció como residencia oficial de verano de la monarquía española. En 1972 el edificio pasó a manos del Ayuntamiento y los vecinos. El Acuario inaugurado en 1928 y el puerto son los otros atractivos de La Concha.

Me sumergí un rato en las tranquilas aguas. A tener forma semi cerrada el viento no golpea tan fuerte en este sector. Continué la caminata hasta la playa aledaña llamada Ondarreta que es la más pequeña de las tres del centro. Es muy popular para los locales e ideal para llevar a los niños.

El Monte Igüeldo desde la playa Ondarreta.

Desfile de estrellas, saludos y selfies

Volví sobre mis pasos para retornar al hotel María Cristina y aguardar la llegada de Ethan Hawke. Apenas pasadas las 13 horas el actor de filmes como Generación XViven Gattaca descendió de una de las BMW oficiales bañado por otra copiosa lluvia, cortesía de la casa.

El actor de “La sociedad de los poetas muertos”, Ethan Hawke, saluda a los fans.

A pesar de ello no tuvo problemas y se hizo tiempo para saludar a los fans agolpados tras las barandas. Por la tarde continuó el desfile de estrellas como la actriz francesa Isabelle Huppert, nominada al Oscar, el inglés Charlie Heaton a quien señalan como el futuro Leo Di Caprio y las españolas Alba Galocha y Marta Etura. El director británico de Deep blue seaTerence Davies, también llegó protegido por el paraguas de su asistente. Muchísimo público deambulaba por las inmediaciones y numerosos medios de prensa estaban acreditados.

El Kursaal es el centro de convenciones donde se proyecta la mayoría de las películas que participan en concurso. Aquí se califican los films que luego serán los ganadores. El premio más codiciado es la Concha de Oro que se entrega al mejor trabajo. El Kursaal está casi sobre la otra playa céntrica llamada Zurriola. Es a mar abierto y por lo tanto con mucho viento ideal para practicar surf. Muchísimos jóvenes se aventuraban con su tabla sobre las olas bastante ajenos a los famosos y el desfile de limusinas acontecido a solo unos cientos de metros de allí.

Monte Igüeldo y café en la bahía

El segundo día lo aproveché para subir al monte Igüeldo. Se puede hacer a pie pero el camino es muy empinado. Gasté tres euros y subí al funicular inaugurado en 1912. Cinco minutos después bajé en la cima donde hay un parque de atracciones con juegos y todo, un hotel de habitaciones con vistas que quitan el aliento y un torreón que hasta 1854 cumplía la función de ser el faro de la ciudad.

Panorámica de San Sebastián desde la cima del Monte Igüeldo.

Me senté en el salón del hotel a disfrutar un café con la bahía a mis pies. El Igüeldo es más elevado que el Urgull y el panorama es bello por igual pero desde otro ángulo. Para el descenso me ahorré los tres euros y bajé caminando apreciando el mar en cada curva.

Escultura con sonido

Una vez en la base me dirigí a la escultura más célebre: el Peine del Viento. Esta obra del escultor local Eduardo Chillida es el ícono de Donostia. Son una serie de esculturas metálicas fundidas sobre las rocas donde la brisa marina peina sus formas. Me llamaron la atención unos hoyos sobre el piso de cemento que emitían un sonido muy particular. Están conectados con el mar y cuando la marea sube y baja crea un silbido muy curioso. Como una especie de flauta acuática.

La bella actriz italiana Mónica Bellucci en la Alfombra Roja.

En este día del Festival los actores de mayor renombre estaban programados para hacer su aparición en la noche. Me acerqué al epicentro de las actividades justo para ver la salida de la bella italiana Mónica Bellucci quien terminaba de ver la proyección de una película en el teatro Victoria Eugenia. Con un vestido negro transitó la alfombra roja acompañada discretamente por algunos guardaespaldas. El público la aplaudió pero quedó un poco decepcionado cuando la actriz no se detuvo a saludar ni hacerse fotos. Apuró el paso hacia el coche que la aguardaba para desaparecer rumbo a su hotel.

Me quedé rondando por la zona y terminé auto-invitándome en al ágape y conferencia de prensa del film de origen estonio Teeskjald (Pretenders en inglés) que se realizó en la terraza de un restaurante junto al teatro. Disfruté de la mundialmente famosa gastronomía vasca y degusté unos pintxos de camarones que fueron una delicia para mi paladar. Me hice fotos con el director Vallo Toomla y con la actriz principal, la muy bonita Mirtel Pohla.

Con la actriz estonia Mirtel Pohla, de la película “Pretenders”.

Con “la panza llena y el corazón contento”  me fui a esperar la llegada de los actores españoles. Arribaron todos juntos.  Aitana Sánchez Gijón, Leonor Watling, Jordi Mollá y Javier Bardem desataron la algarabía de la gente al descender de sus vehículos. Mientras las damas atendían a la prensa, Bardem y Mollá hicieron gala de su simpatía y se tomaron casi diez minutos en saludar, chocar los cinco, firmar autógrafos y hacerse selfies con los fans.

Fuera de foco pero vale la selfie robada con el ganador del Oscar Javier Bardem.

El ganador del Oscar y marido de Penélope Cruz se acercó a mi sector y se realizó varias selfies. En una de ellas logré colarme para inmortalizar el momento con mi boina vasca (txapela) que me protegía del fresco viento nocturno del Cantábrico. Una jornada completa que culminó a medianoche cuando tomé el bus de regreso a Bilbao, ciudad de la que hablaremos en otra nota de “El Descorche”.

 

*Por Federico Chaine. Periodista especializado en viajes y turismo. Especial para El Descorche Diario.

Contacto: fedechaine@hotmail.com