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Gustavo y Mariela, emprendedores y viajeros.
  • Espumantes de autor
  • 18 noviembre, 2020

«A la Par»: en cada botella, un pedacito del mundo

El proyecto del reconocido enólogo Gustavo Agostini y su compañera de ruta, Mariela, plasma la experiencia de elaborar espumantes en cuatro continentes. A la par, los viñedos y las regiones para producir estas delicias pero también, a la par en la intensa aventura de una vida compartida, viajes y vivencias que hoy dan sus frutos.

Por Andrea Ábalos y Gustavo Flores Bazán.

Un experto en burbujas, Gustavo Agostini y una sommelier, Mariela Gallardo comenzaron este sueño hace seis años cuando él trabajaba en una importante bodega y toda la familia, muy vinculada al mundo del vino, le pedía que elaborara espumantes para los multitudinarios encuentros familiares.

“Recuerdo que un grupo de amigos nos regalaron uvas de La Consulta (San Carlos), fuimos en familia a cosechar y en la  finca de mi suegro hicimos todo de manera manual y por supuesto, con el método tradicional. De esa partida salieron 500 botellas. Luego nos insistían que nos lanzáramos a hacerlo comercial y así comenzó A la Par, recuerda Mariela.

A la Par porque llevamos 30 años juntos, hemos sorteado muchas pruebas en nuestra existencia y hemos estado en muchos lugares y vivido diversas experiencias. Por lo tanto, van a la par nuestros mundos, sueños, objetivos, expectativas y vidas. También es A la Par porque unimos Pinot Noir y Chardonnay, dos variedades de dos zonas vitivinícolas, Mendoza y la Patagonia”, explica la sommelier sobre la marca.

“Tenemos que educar al consumidor para que pueda elegir el espumante para cada ocasión o cada comida”.

Mariela y Gustavo recorrieron el mundo y eso les permitió conocer muchas culturas y enriquecerse como personas pero también lograr la excelencia en la elaboración de espumantes. Pasaron por cuatro continentes inmersos en el mundo vitivinícola.

A la par, la intensa aventura de una vida compartida.

“Es cierto que viajar por distintas zonas nos ha nutrido y sobre todo, he aprendido mucho desde lo enológico. Mi mayor alegría es cuando un sábado me llama un amigo o un cliente para decirme “¡qué rico está tu espumante!”. Eso te llena el alma”, confiesa Gustavo, enólogo e ingeniero agrónomo.

Tres espumantes para diferentes paladares

El portfolio de A la Par está compuesto por dos espumantes: Cataleya y A la Par. “Por ahora son dos, pronto lanzaremos otro producto que ya está registrado con mi nombre. Nuestra idea es elaborar espumantes con un estilo que nos identifique. En lo personal, siempre trato de explicar que uno tiene que tener claro cuál es el estilo final que busca, más allá del método.

«Hablamos de charmat largo o corto y también del método champenoise que puede ser corto o lungo, lo principal es entender que son herramientas que tenemos los enólogos para lograr el estilo final que buscamos”, explica el especialista.

Agostini: “Un vino dice todo de su hacedor”.

“En el caso de Cataleya, más que del método buscamos hablar del estilo. Buscamos un producto frutado, joven, fresco que sea entendible, que la gente disfrute y que sienta la materia prima con la que está hecho, en este caso Chardonnay y Pinot Noir.

A la Par es algo mucho más complejo, un blend totalmente distinto. Tiene  una composición diferente dentro de los varietales. Un producto que tiene mayor tiempo de contacto con las levaduras, por ende tiene menos frutas, pero aparecen otras complejidades que son esos aromas secundarios y terciarios que te aporta la levadura o el tiempo en botella.

“En cambio, nuestro próximo lanzamiento, será un champenoise con un porcentaje mayor de Pinot Noir. Buscamos una acidez marcada para que perdure en el tiempo. Y lógicamente, aparece la complejidad, los tostados, el brioche.

Vendimia en Patagonia.

“Eso es lo que estamos buscando: tener tres productos con tres marcas distintas para consumidores y paladares diferentes”, declara Gustavo.

Fidelizar al consumidor

Por su parte, Mariela nos da su visión acerca de un mercado que es muy competitivo y que cada día crece más, “nosotros tratamos de capacitar al consumidor, esa es la manera que tenemos los pequeños productores de defender lo que hacemos. Sabemos que lo que tenemos adentro de cada botella está muy bien, es de calidad. Entonces, tenemos que mostrarle eso a la gente”.

Y continúa, “la góndola de espumantes es infinita, hay para todos los gustos y eso está genial. Nosotros tratamos de fidelizar a nuestros clientes comunicando y estando cerca para responder cualquier pregunta. Por suerte hoy la tecnología lo permite. Creemos que ahí está nuestra fuerza de venta”.

 

Y se suma Gustavo a esta idea y dice, “tenemos que explicarle al consumidor cuál es el mejor espumante para cada momento, para el instante que desea pasar o compartir”.

“Hay una variedad de espumantes tan grande ya sea por método de elaboración o por dosajes de azúcar, que es importante que la gente sepa cuál es el oportuno para cada ocasión. No es lo mismo un espumante para un postre, la pileta, un asado o una salsa fuerte. Tenemos que educar al consumidor para que pueda elegir el espumante para cada ocasión o cada comida”.

“Creemos que nuestro espumoso A la Par, es sutil como una brisa y poderoso como un huracán”.

A la hora de definir los estilos de sus vinos espumosos este matrimonio asegura que se ponen de acuerdo en todo. Mariela confía en la calidad de lo que su compañero elabora. “Sé que Gustavo hace muy buenos espumantes y para mí es un desafío vestir esa botella acorde a lo que va adentro”.

Mariela y Gustavo, más de 30 años «a la par».

“Un vino dice todo de su hacedor. Si te fijás cada vez que una bodega cambia de enólogo, normalmente cambian los vinos. No vuelve a salir el mismo vino. El estilo de un hacedor es muy particular e íntimo.

“Yo siempre digo que los vinos son tus hijos y nunca vas a tener un hijo igual. Es un sello de identidad único”, asegura Gustavo.

India: una experiencia inolvidable

Cuando Gustavo trabajaba para Chandon, tuvo la responsabilidad de instalar una planta champañera en Nashik, India. Vivieron en ese país cuatro años y se trajeron incontables anécdotas y amigos. De ahí surge Cataleya.

Agostini y su equipo de trabajo en India.

“Cuando vivíamos en India conocimos una familia que nos abrieron sus puertas y su corazón. Conocimos su finca de frutales y viñedos en Nashik, Maharastrha.  Allí un día nos mostraron su invernadero de orquídeas, era una maravilla verlas cada vez que los visitábamos. En ese increíble lugar surgió la idea de Cataleya, que es un tipo de orquídea y la mejor manera de tener presentes a Anjali, Sumit y toda la familia Parekh y de agradecerles su calidez. Fueron nuestra familia durante casi cuatro años”, narra Mariela.

“Un buen vino es todo aquel vino que le gusta a la gente y que está a su alcance”.

“Pensamos que las características de las orquídeas se asimilan a las de un espumoso: elegancia y sutileza. Toda esa historia está dentro de cada botella de Cataleya”, expresa la leyenda en su página.

“Una cosa es ir de paseo a India y otra muy distinta es vivirla. Y vivirla desde adentro. No es fácil. Es controversial. Permanentemente, India te prueba, te desafía y te obliga a ejercitar la tolerancia. Y esta familia nos ayudó en nuestro tránsito por ahí”, aseveran.

Viajes y deportes, un estilo de vida

Se definen como nómades y amantes de los deportes, les gusta viajar mucho y cuentan que algo que los enorgullece es que en cada destino han dejado a un puñado de amigos. “Los amigos nos ayudaron a entender cada uno de los lugares donde estuvimos. Nos permitieron conocer la cultura de cada sitio donde estuvimos”.

Montaña y aire libre, una de las pasiones de la pareja.

Gustavo y Mariela han vivido en varios lugares durante los últimos años. Desde Tunuyán, en el Valle de Uco, pasando por Neuquén, en los inicios de San Patricio del Chañar; hasta sus temporadas en Francia, Estados Unidos y su inolvidable paso por la India. Sin tampoco olvidar a Bolivia, donde también experimentaron la vendimia en Tarija.

“Desde lo profesional no caben dudas que todo me ayudó mucho. En Patagonia hice mis primeros vinos, yo les digo mis primeros hijos. Viajar te abre la cabeza. En cada botella ponemos toda la cultura de los lugares donde hemos estado”, asegura Gustavo.

«El desafío es que el consumidor compre la segunda botella»

Los planes comerciales de A la Par se focalizan especialmente en la venta directa a través de las redes, página web y contactos directos. La red de distribución llega a la Patagonia, Buenos Aires, Rosario, Córdoba. “Todos los que venden nuestros productos son amigos que se acoplaron a este proyecto”, cuentan orgullosos.

Mariela y Gustavo dejaron muchos amigos en India.

Al regresar al país, hace un año, notaron un cambio muy importante en cuanto al consumo. Creen que la gente tiene más cultura para tomar vino. “Nos sorprende que cada vez son más las personas que quieren saber y probar vinos. Hemos visto un cambio muy grande. Las redes sociales y los medios han ayudado mucho».

“Cuando me tocó comunicar en el 2003 San Patricio del Chañar (Neuquén), nos costó muchísimo. Había un consumidor que no se animaba a probar cosas nuevas. Desde lo comercial fue muy difícil posicionar nuevas zonas, nuevas bodegas, nuevos enólogos. Estaba todo muy en bloque.

“Todos los vinos son de alta gama cuando están bien hechos”.

«Hoy nos sorprende que la gente esté abierta a probar cosas nuevas, pero eso es un desafío enorme para el productor, porque si nos dan la posibilidad de probar nuestro producto, tienen que tomar la segunda botella, hay que hacerlo bien. Ahí se logra fidelizar.

“Lo importante es no copiar, hay que ser pionero en elaborar vinos que se adapten al lugar. Conocer el terroir. Por respeto a la zona y al profesional. Si hacés las cosas bien la gente te va a seguir por la tipicidad que da el lugar.

Para cerrar una larga charla, Gustavo Agostini, uno de los máximos especialistas en la elaboración de espumantes de la Argentina es contundente al decir que “un buen vino es todo aquel vino que le gusta a la gente y que está a su alcance. Creo que se puede hacer un buen espumante en cualquier parte del mundo. Conociendo el lugar y la gente». 

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