A mediados del 2024, Fernanda Martino se hizo cargo de la dirección general de Martino Wines, la bodega fundada por su padre hace más de 20 años. De profesión diseñadora gráfica, poco a poco fue trabajando y conociendo cada parte de la bodega, donde hoy afronta el desafío de hacerla crecer y llevar a lo más alto el legado de su padre.
Oriunda de Buenos Aires, Fernanda Martino (38) se familiarizó desde muy pequeña con el mundo del vino. Su padre Hugo, comenzó hace más de dos décadas, con lo que al principio fue un hobby, con el largo camino de incursionar en la industria del vino y tener su propia bodega.
Hija única por parte de padre, Fernanda está casada y tiene dos hijas. Se enfrentó al desafío de tomar las riendas de la bodega, en medio de contexto siempre desafiante para una industria que se enfrenta constantemente a nuevos desafíos. Hoy lleva al frente Martino Wines, donde se enfoca no solo en hacerla crecer, sino también en desarrollar otras áreas del negocio que incluyen enoturismo, un restaurante y hasta un alojamiento.
Martino es una bodega de vinos Premium y como ellos mismos la definen “de espíritu inquieto y explorador que valoriza la diversidad y esencia del terroir de Mendoza”. En su portfolio pueden encontrarse etiquetas de variedades poco convencionales en Argentina como Marselán, Pedro Ximénez, Sangiovese, Garnacha, Petit Verdot. Además del Malbec, Cabernet Franc, Merlot y Pinot Noir, entre otros.
En materia enológica, Fernanda se apoya en otra mujer: Virginia Sari. Luego de varios como segunda enóloga, el año pasado se hizo cargo de la dirección enológica y juntas abren el juego a nuevas innovaciones que se incorporan al portfolio de la bodega, como la última línea denominada “Fruto”, caracterizada por su frescura y facilidad de beber, con tres vinos: tinto, clarete y blanco.
-Fernanda, siendo muy joven te ha tocado hacerte cargo de la bodega fundada por tu padre ¿cómo ha sido el proceso de asumir esta responsabilidad?
-Ya hace 10 años que estoy dentro de la empresa y al principio como soy diseñadora gráfica ayudé mucho en todo lo que son las etiquetas y la imagen. Pero el mundo del vino te va enganchando y apasionando todos los días. Después, luego de un tiempo de vivir afuera (en España), volví y empecé a trabajar de lleno en la bodega.
-De a poco fui trabajando prácticamente en todas las áreas de la bodega para aprender lo máximo posible. La idea de mi padre fue prepararme porque para él esto siempre fue un negocio a largo plazo. Yo soy su hija única y si no seguía sus pasos no había nadie que lo hiciera.
Hugo y Fernanda Martino.
-Así fue que el año pasado me manifestó que estaba un poco cansado y que tenía ganas de que yo siguiera con la dirección de la bodega. Sinceramente si yo no lo hacía nos planteamos vender el proyecto. Ahí fue cuando le dije que quería seguir y posicionar en lo más alto a Martino Wines y que ese es mi desafío.
-La bodega en sus inicios tuvo un reconocimiento importante que también los marcó…
-En los inicios de la bodega, tuvimos un muy buen vino que en el 2003 sacó 93 puntos Parker, cuando era muy difícil para un vino argentino tener ese puntaje con un crítico como él.
-Creo que ese reconocimiento tan importante no se pudo aprovechar como se merecía ese puntaje. Podríamos haberlo capitalizado mucho más para ganar prestigio y reconocimiento entre las bodegas. Eso es algo que me quedó un muy latente y que me gustaría revertir.
-Considerando que el proyecto era muy reciente, ¿Cómo llegó ese vino a obtener un puntaje tan alto por parte de Robert Parker?
-Bueno, en ese momento era un vino muy el estilo de esa época. Un vino con madera nueva 100 % de barrica de roble durante 24 meses. Justamente hace dos años se abrió una de las últimas botellas y estaba el vino estaba impecable. En ese momento nosotros teníamos una sola finca y era casi un hobby el proyecto. Pero teníamos un importador que presentó el vino a Robert Parker y así logró un muy alto puntaje en ese entonces.
«Martino es una bodega inquieta, nos gusta mucho trabajar con varietales inusuales».
-Un desafío que lo has retomado y de alguna manera te has puesto el objetivo de alcanzar ese prestigio que le dio impulso en aquel momento…
-Sí, desde entonces el proyecto creció muchísimo. Al principio estuvimos 10 años sin tener nuestra propia bodega, elaborando como terceros en otros lugares. Hasta que encontramos nuestra identidad, nuestro lugar, con esta actual bodega ubicada en Luján de Cuyo, con una capacidad de un millón y medio de litros, que estaba en un predio muy chiquito y que fuimos ampliando y comprando terrenos vecinos para ir creciendo.
-Fueron creciendo y hoy tienen hasta un restaurante…
-El restaurante nació por un deseo nuestro de poder compartir con gente de la industria, que para nosotros siendo un poco de afuera, nos gusta compartir y aprender de los que marcaron una época y una historia en la vitivinicultura.
«Le dije a mi padre que quería seguir en la bodega y posicionar en lo más alto a Martino Wines».
-Al principio era más un lugar de reunión y terminó siendo un restaurante que rápidamente se posicionó en los primeros lugares de TripAdvisor, solamente por la calidad de la propuesta, el servicio y la comida. Por lo cual, esto también me impulsa a seguir creciendo y continuar por el camino de la calidad.
-Si tenés que contarle al consumidor qué es Martino Wines, ¿cómo definís el concepto de la bodega?
-Martino es una bodega inquieta, nos gusta mucho trabajar con varietales inusuales y también enfocarnos mucho en la calidad por sobre la cantidad. Nos caracterizamos por nuestras partidas limitadas y tenemos muchas etiquetas porque nos gusta descubrir y estar en un constante aprendizaje.
La bodega está abierta al turismo, posee restaurante y un alojamiento.
-Nos llevó tiempo poder tener muchas etiquetas de alta calidad de diferentes variedades para diferenciarnos con la industria que por lo general está más enfocada en el Malbec. Creo que encontramos un nicho ahí fuera del Malbec.
-Desde que te hiciste cargo estás proponiendo vinos nuevos, más jóvenes y con un estilo más moderno…
-Mi idea es siempre sumar. Creo que nos viene bien empezar a aprender de esta nueva enología que propone vinos más frescos sin tanta madera, más gastronómicos. También teníamos muchas ganas de explorar por el lado de los vinos blancos y rosados.
-De alguna manera estás pensando en lo que se viene ¿cómo ves hoy al consumidor
-Yo creo que al consumidor de vinos todavía le falta crecer un montón. Por ahí nosotros pensamos que la gente sabe mucho más de lo que realmente sabe. Todavía hay mucho lugar para que la gente aprenda y se instruya. Lo mejor que podemos hacer es acercarlo al vino, contarles y mostrarles los que hacemos. Todavía hay un montón de caminos por recorrer.
-¿Cómo estás viviendo hoy este momento de la industria, considerando que su apuesta incluye al enoturismo y la gastronomía?
-Bueno, me tocó un panorama muy complicado. Creo que la industria está pasando por una tormenta perfecta donde los costos están muy altos. En los mercados internacionales uno tiene que hacer una apuesta y una inversión para llegar a consumidores que cada día es más difícil poder hacerlo.
«Martino es una bodega inquieta, nos gusta mucho trabajar con varietales inusuales».
-Hay que saber cuidar los costos. Por ahí hay veces que queremos hacer un montón de cosas y realmente no se puede porque hay mucho en riesgo, entonces hay que ir con paso muy de plomo y tratar de hacer lo que se pueda ajustando y arremangándonos todos. Hay que entender que estamos en una situación crítica y todos los que trabajan con nosotros lo entienden y peleamos todos para el mismo lado.
Fernanda junto a la primera enóloga, Virgina Sari.
-¿Y cómo llevás ahora la faceta de mamá, considerando que tenés muchas responsabilidades en la empresa y también que viajar mucho?
-Es bastante complejo combinar todas las actividades y asumir una responsabilidad importante. Pero yo tengo a mi mamá que trabajó muchísimo y viajó mucho cuando yo era chiquita. Ella también tuvo su empresa y fue una mujer súper emprendedora, entonces para mí también es algo que lo he mamado.
-Tengo como ese background que hace que pueda enfrentar mejor las cosas. Cada vez que puedo también traigo a mis hijas para que disfruten. Les encanta la cosecha, comen uva de los tachos, van a la finca, siempre están probando algo. Martino es un proyecto súper familiar y estamos todos muy integrados.
-De hecho, las remeras de esta cosecha, las hicimos más divertidas y tienen un dibujo de mi hija de cuatro años. Así que bueno, como diseñadora gráfica me doy todos los gustos también.
Martino Wines se encuentra en Luján de Cuyo, a solo 20 minutos de la Ciudad de Mendoza.
-¿Cuáles son los desafíos que se vienen en Martino Wines?
-Por mi parte quiero mejorar y revalorizar mucho nuestra finca La Violeta, que está en Agrelo y que el año que viene cumple 100 años. Allí es donde todo el proyecto empezó. Además, quiero hacer algún proyecto ahí, se me ocurren varias cosas.
-En cuanto a vinos seguramente pronto vamos a lanzar algunas etiquetas nuevas. La idea es siempre seguir creciendo e innovando.
-Para eso encontraste una buena partner como Virginia Sari, actualmente la responsable de Enología…
-Sí, nos llevamos muy bien para todo este tipo de desarrollos. Hacemos buen equipo con Virgi y juntas podemos salir un poco del molde, eso está bueno. A mi padre también le encanta, él es el que siempre empuja y tiene este lado curioso también. Así que siempre nos respalda mucho.
Para visitar Martino Wines
Dirección: Terrada 2250. Mayor Drummond, Luján de Cuyo. Mendoza.
Turismo
Mail: turismo@martinowines.com.ar
Teléfono: +54 9 2616 11 9812
Restaurante
Mail: restaurante@martinowines.com.ar
Teléfono: +54 9 2613 45 1303