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Paseo en barca por el sagrado Ganges al amanecer, la hora donde se efectúan las cremaciones.
  • Crónicas Viajeras
  • 4 febrero, 2020

Calcuta y el Ganges, río Sagrado de la India

“Por lejos el país más complejo que he recorrido. Lleva tiempo asimilar y procesar una vorágine de imágenes y sensaciones. Cuesta comprender que he estado en medio de un huracán y que he salido ileso”, asegura nuestro cronista de viajes. Sin dudas, India es un país apasionante tanto como apabullante.

Después de recorrer Nueva Delhi, Agra y Fatehpur Sikri abordé un tren nocturno hacia Benarés, ciudad santa del hinduismo. Fueron 11 horas de viaje en vagón-cama con seis literas cada compartimento. El ticket incluye la almohada, sábanas y frazada.

Resultó la más desordenada de las ciudades que visité. Las calles parecían hormigueros. Para llegar al hotel tuve que seguir a pie a mi conductor de ciclorickshaw para no perderme. Me instalé en el Hotel Alka con vistas al Ganges desde la habitación. Es el río sagrado para el 80 por ciento de la población india que practica el hinduismo. Nace en los Himalayas y desemboca en el Golfo de Bengala sobre el océano Índico. Los hindúes creen que morir en Benarés y arrojar sus cenizas al Ganges les permite la liberación del espíritu y la paz definitiva.

En este rio ocurre todo: arrojan cenizas, restos humanos, se bañan, beben, lavan la ropa y hacen sus necesidades. No en vano sus aguas son sépticas. No contienen oxígeno disuelto. Un nivel aceptable de agua para bañarnos contiene unas 500 bacterias coliformes cada 100 ml. En el Ganges el promedio es de ¡1,5 millones por cada 100 ml! Con semejantes datos imaginaba que olería como el Riachuelo pero cuando bajé a sus costas me sorprendió que no fuera así.

Caminé a lo largo de los tres kilómetros de ghats que hay en la ribera occidental. Los ghats son escalones que descienden al río donde los fieles toman el baño purificador. Asombra verlos sumergirse en esas aguas y que no les ocurra nada. Ya tienen creados los anticuerpos. A lo largo de toda su extensión viven sobre este curso de agua 400 millones de personas de los 1.200 en total que hacen de la India el segundo país más poblado del mundo detrás de China.

La ceremonia de cremación en el ghat de Manikarnika a orillas del muy contaminado río, donde arrojan las cenizas y los restos del cadáver.

Al anochecer fui al ghat Dasaswamedh a presenciar una ceremonia donde se arrojan flores y velas en las aguas sagradas. Al amanecer cumplí con el ritual obligado del viajero que visita Benarés: un paseo en barca por el Ganges al amanecer, la hora de las cremaciones. El sol comienza a iluminar las aguas con destellos rosados y miles de creyentes bajan de la ciudad para el baño sanador en los diferentes ghats.

El más conmovedor es el ghat crematorio llamado Manikarnika. Aquí unos hombres de la casta doams son los encargados del ritual. Las fotos están prohibidas para los no hindúes. Cuando mi bote se acercó a la orilla bajé la cámara por respeto y observé atentamente. El cadáver de una mujer estaba cubierto por una manta blanca y solo se veía la cabeza. Sus familiares lo rodeaban entonando oraciones. Fue colocada en la pira funeraria y se encendió el fuego que lentamente envolvió los restos. Si la leña es de buena calidad y en cantidad suficiente en dos horas consume un cuerpo.

Los más humildes solo pueden pagar poca leña y en estos casos el cuerpo se consume parcialmente y lo arrojan al río casi entero. Con una bomba extraen las partes que la corriente no se lleva o que no se hunden en el lecho del río. Me sentí un privilegiado al ser testigo directo de un ritual tan importante para ellos y tan extraño a nuestras costumbres.

Volví a tierra firme, no sin antes discutir con el balsero que quería sacarme más dinero y caminé hasta el último ghat, el Assi, observando a gente de distintos credos haciendo sus oraciones. Hay muchos budistas y se los detecta por sus cabezas rapadas y túnicas naranjas. India es un enjambre de idiomas, religiones y culturas. A cada paso se ve algo distinto.

«Los más humildes solo pueden pagar poca leña y en estos casos el cuerpo se consume parcialmente y lo arrojan al río casi entero».

Lástima que los pedigüeños y vendedores acosan de tal manera al extranjero que terminan con tu paciencia. Cada tres minutos, promedio, hay que sacarse a alguien de encima para poder caminar tranquilo y tratar de imbuirse en la mística del lugar. Hay que estar bastante templado para soportar el día a día en este país.

A lo largo de toda la ribera se ven hombres santos, gurúes y sacerdotes ghatias sentados bajo pintorescas sombrillas a la espera de peregrinos y creyentes para darles su palabra. Vacas, cabras y bueyes caminan libremente. Hay que ir atento de no pisar la ropa recién lavada y tendida por los dhobi-wallahs en los escalones al aire libre.

A diez kilómetros de Benarés está la ciudad de Sarnath que es uno de los cuatro lugares sagrados del budismo. En esta aldea del siglo seis AC Siddharta Gautama, el Buda, reunió a sus seis discípulos más importantes y les narró el Sermón en el parque del ciervo que dio inicio a esta religión.

En el lugar exacto donde El Iluminado predicó se alza la Estupa de Dhamekh, una construcción circular de 34 metros de altura. Lo que quedó de la ciudad está en ruinas ya que los invasores musulmanes la destruyeron por completo.

La stupa de Dahmehk en Sarnath. Aquí Buda le dio el sermón a sus seguidores momento que marca el nacimiento del Budismo.

Los monjes tibetanos hacen su obligada visita a este lugar. Su líder espiritual, el Dalai Lama, reside en Dharamsala al norte de la India desde hace 52 años cuando fue expulsado del Tíbet. Era un día de mucho calor y me fui a descansar bajo la sombra de un árbol en un parque. Me quité la remera y a los diez minutos se acercaron dos lugareños para hacerse una foto conmigo en el celular. A ellos les parece curioso ya que tienen prohibido exhibirse públicamente sin ropa.

El viaje continuaba y tomé un tren en Gorakphur hacia Calcuta. Fueron 23 horas extenuantes en el Bagh Express que de expreso no tenía nada. Se detenía en cada pueblito que pasaba y por eso demoramos un día en hacer solo 550 kilómetros. Agotado por el trajín bajé en la enorme estación de Howrah la ciudad gemela de Calcuta al otro lado del río Hoogly. Aquí se encuentran los tristemente famosos slums, los barrios de infraviviendas donde se hacinan millones de personas en estado de extrema pobreza y sirvieron de argumento para el film ganador del Oscar 2009 Slumdog millonaire.

Compartiendo un té en el tren en viaje a Calcuta desde Gorakphur. Duración del trayecto: 23 horas. Interminable.

Howrah está unida a Calcuta por un gigantesco puente de hierro construido por los británicos durante la guerra con Birmania. Hoy sirve de enlace para las dos ciudades. En la entrada al puente se lee Bienvenidos a la Ciudad de la Alegría como se la conoce por la novela homónima de Dominique Lapierre publicada en 1985.

Calcuta fue el nombre que tuvo durante la dominación inglesa. Era capital de la India hasta 1911. Desde diciembre de 2000 retomó su nombre original de Kolkata. Es la ciudad más poblada con trece millones. Puerto comercial y centro cultural de la nación. Aquí no se habla hindi, el idioma oficial, sino bengalí, igual de inentendible para nosotros.

El calor húmedo tropical me envolvió desde que puse un pie en la estación. Busqué la Sudder Street, calle de los mochileros de bajo presupuesto y me metí en el Hotel Hilson por solo 200 rupias diarias (3 dólares).

Estaba cerca de Chowringhee, la calle principal y el Maidan, enorme parque donde están los clubes de cricket y el Calcuta Football Club que visitó Maradona en diciembre de 2008. Es la única ciudad india donde el nombre del 10 es conocido y donde vi potreros similares a los nuestros.

El Cricket es el deporte nacional de la India.

Me detuve a observar un partido de cricket y me hice fotos con algunos jugadores. El trazado de amplias avenidas es similar al de Nueva Delhi ya que también fue diseñado por ingleses. Recorrí el centro poniendo a prueba mis dotes atléticas para poder cruzar a toda velocidad las frenéticas calles llenas de autos, motos, buses, ciclorickshaws y hasta carros impulsados a tracción humana.

Ni hablar de intentar caminar por las veredas llenas de mercancías de todo tipo, sobre todo las infaltables especias que inundan el ambiente con su aroma y color. Lo más chocante son los moribundos tirados en el suelo con moscas encima, los amputados durmiendo sobre trapos sucios y niños desnutridos pidiendo limosna. Tuve que esquivar a un tipo arreando cabras en medio de la ciudad como si estuviera en Malargüe.

Ya había logrado asimilar la miseria circundante pero en Calcuta todo se potenció. Un hombre que comía una naranja la arrojó al pavimento cuando no quiso más y casi al instante vino un mendigo y en cuclillas, cual simio, terminó de comer los restos de la fruta tirada.

Dejé el centro y fui en subte rumbo al sur a ver el edificio más simbólico de la ciudad: el Victoria Memorial. Es un gigantesco palacio de mármol emplazado en medio de jardines junto a un lago. La piedra fundamental la colocó en 1906 el Príncipe de Gales y futuro Rey Jorge V.

«Ya había logrado asimilar la miseria circundante pero en Calcuta todo se potenció».

Hoy funciona como museo y exhibición de obras de arte. El otro edificio emblemático de las épocas del Raj Británico es la Catedral de Saint Paul a corta distancia del Victoria Memorial. Es una basílica episcopal fundada en 1847. Aquí se enterraba a las personalidades importantes del gobierno colonial.

Me senté a comer en los jardines aledaños bajo la sigilosa mirada negra de unos cuervos que estaban atentos por si dejaba algunas sobras. A la mañana siguiente tomé otra vez el subte hasta la estación de Kaligath. En el túnel de salida esperaban hombres que por unas pocas rupias te hacen de guía por las enredadas calles hasta el templo de la diosa Kali, la más venerada de Calcuta.

Aquí vienen a morir quienes no pueden pagar un viaje hasta Benarés. Se encomiendan al poder de Kali para que les otorgue un mejor ciclo de reencarnación.

En 1952 la religiosa macedonia Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como Madre Teresa, vino a Calcuta y cuando vio las condiciones en que se hallaban los desamparados y moribundos decidió fundar una congregación y la llamó Nirmay Hriday (Corazón Puro). Está justo al lado del templo de Kali y allí encuentran una muerte más digna con cama y atención médica.

Nirmal Hriday (Corazón Puro). La congregación de la Madre Teresa de Calcuta para dar cobijo a enfermos y moribundos.

Traté de atisbar en el interior pero no era hora de visitas. Junto a la puerta de entrada hay una foto de su fundadora, fallecida en 1997, que fue Premio Nobel de la Paz en 1979. En los escalones de entrada había varias personas tiradas esperando atención médica o un poco de comida.

El edificio ocupa un cuarto de manzana. Otro Premio Nobel que dio Calcuta es el escritor Rabindranath Tagore laureado en 1913. La casa donde escribió la mayoría de sus obras estaba justo frente a mi hotel y saqué una foto junto a una estatua que lo recuerda.

En los últimos días decidí relajarme un poco y tomé un autobús para ir a la costera ciudad de Digha sobre el Mar de Bengala. Fueron casi cinco horas de música y videos de pop hindi perforándome los oídos ya que a los choferes les encanta que suene a todo volumen.

La casa natal del escritor Rabindranath Tagore en el centro de Calcuta.

Cuando llegué descubrí sería imposible construir castillos de arena en esa playa porque no había ni un gramo de ella. Eran plataformas de cemento que se internaban en el mar. Nunca vi algo así. Era el único bañándome en cueros. Las mujeres no se quitan el sari ni los hombres la remera.

El agua estaba caliente, casi termal. Aquí desembocan el Ganges y el Brahmaputra desde Bangladesh formando el delta más amplio del mundo. Tomé sol y descansé un poco de la insistencia de vendedores y pedigüeños.

Día de playa sobre las costas del mar de Bengala, donde desemboca el río Ganges. No hay arena, solo cemento. La gente se baña vestida. Tienen prohibido exhibir su cuerpo.

Volví a Nueva Delhi en el Rajdhani Express que me dejó en la capital después de 17 horas de travesía. Hice las últimas compras y tomé el avión de retorno a París y Santiago de Chile para después cruzar la cordillera rumbo a Mendoza.

En el vuelo traté de ordenar y asimilar las imágenes y sensaciones que me iba dejando la aventura pero resulta imposible racionalizar sobre un país como la India. Lleva un tiempo comprender que has estado en medio de un huracán y lograste salir ileso.


INFO PARA VIAJEROS

-Llevar Certificado de Vacunación contra Fiebre Amarilla.

-Hotel Alka en Benarés: 13 dólares.

-Bote para avistaje de cremaciones: 2 dólares (se negocia con el balsero).

-Estupa de Dhamekh: 2 dólares.

-Hotel Hilson en Calcuta: 3 dólares.

-Viaje simple de subte: 0,07 centavos de dólar.

-Victoria Memorial: 3 dólares.

-Catedral de Saint Paul: gratuita.

-Nirmal Hriday Madre Teresa: donación a voluntad.

-Templo de Kali: donación a voluntad.

 

*Por Federico Chaine. Periodista especializado en viajes y turismo. Especial para El Descorche Diario.

Contacto: fedechaine@hotmail.com